sábado, 26 de febrero de 2011

sábado, 19 de febrero de 2011

Adiós.

No puedo más, la situación me sobrepasa. ¡No! ¡NO MÁS!


No soy cualquiera, no puedes tratarte como a una marioneta. Soy yo, esa chica regordita que conociste un lluvioso día de abril. Era día uno. Uno de abril.


Nada en este mundo, me hacía más feliz que tú, y por lo que me demostrabas, el sentimiento era recíproco. Tú y yo, eramos felices.


Quizás fui yo, quizás fuiste tú, quizás la falta de tiempo, quizás, quizás, quizás... Siempre un pero, o un ya te lo dije, siempre una excusa. Mis sentimientos, los conoces de sobra, sabes que te quiero, eso no ha cambiado, así lo sigo sintiendo. Pero hay algo que ha cambiado. Solo que no se qué.


Esta será la última vez que lo intente. Ya te lo he dicho muchas veces. No pido mucho, tan sólo amor. Que me digas que me quieres, que lo hagas con hechos, que me lo demuestres. Como todo, las cosas terminan, y mi paciencia, ya ha llegado a su fin.


Me cuesta, me mata por dentro, me está consumiendo, devorando. Como el hollín del humo, después de un fuego intenso. Me destroza. Se que es cosa del tiempo que no ronde tu memoria, seré un vago recuerdo, borroso, difuso, sin relevancia. Patético.


Ya he soportado demasiado. Este es mi adiós final, se que no te importa, pero tengo derecho a ser feliz.Porque ya es hora, y ahora me toca a mi.No volveré a cruzarme en tu camino, adiós.

lunes, 14 de febrero de 2011

¿Puedes sentirlo, verdad?

Este día, debería de ser nuestro. Nos queremos, o eso es al menos lo que yo siento. 
Cada vez, pongo más en duda que hayas sentido algo por mi. Se supone que me quieres, ¿no? Hoy es el mejor momento para demostrarlo. Pero aquí estoy, esperando. Déjalo, ya es tarde.
Me estás perdiendo, ¿puedes sentirlo, verdad?


Quizás sea mejor ser realista. Volviendo a la realidad, sé que no me quieres, de ahí que no me lo demuestres. Esto sólo está haciendo que cada vez, caigas más abajo en mi olvido. Estás subido a un vehículo que se aleja más de mi a cada instante, cada minuto, cada segundo.
Me estás perdiendo, ¿puedes sentirlo, verdad?


Tu avanzas, yo retrocedo, más rápido, la distancia se hace más grande. Recuerdo que cuando yo estaba lejos, me escribiste diciendo: "Tengo muchas ganas de verte. Me haces feliz, pequeña". Ahora estoy aquí, pero te alejas, me alejo. No se a donde camino. Quizás lejos de ti, quizás sólo busque la soledad. No lo se.
Me estás perdiendo, ¿puedes sentirlo, verdad?


No se que haces ahí, de pie, como un pasmarote, mirándome, viéndome marchar. Oigo como tu corazón susurra mi nombre, como el mio susurra el tuyo, como me alejo, mientras sigues quieto, viéndome marchar. No estás escuchando a tu corazón. Deja que sea libre, que grite mi nombre, bien alto. Déjale decir lo que siente.
Me estás perdiendo, ¿puedes sentirlo, verdad?


Increíble. Sigues quieto, viéndome girar la esquina. Ahora sí, ya no oigo tu corazón, no oigo su latido desenfrenado. Ya no me ves, ahora ya estoy lejos. Ya soy inalcanzable. Nunca. Nunca jamás. Ya es tarde.
Definitivamente. 
Me has perdido, ¿puedes sentirlo, verdad?

domingo, 13 de febrero de 2011

Atracción

Si algo me atrae de ti, es tu forma de mirarme. Me hechiza, me hipnotiza, tu mirada me deja anonadada. Si me miras, se acelera mi corazón. La sangre corre por mis venas a la velocidad de un rayo, quemándome, ardiendo.
Me quedo inmóvil, mis ojos no pueden ver nada más. Me miras, me encanta. Me atraes. Te atraigo.


Pero hay más. Me abrazas, y siento tu respiración, agitada, acelerada. Me haces sentir mil y una cosas. Tengo frío, también calor.  Erizas mi piel, me estremezco. Te acercas más. Ahora puedo sentir como dos se hacen uno. Pero sigo sin verte. No me importa, me basta con sentirte, con oír el latido de tu corazón, con tenerte entre mis brazos. Me atraes. Te atraigo.


Cuidas de mi, me proteges, y aunque no me lo demuestres, se que me quieres, tanto como yo a ti. Somos como un imán y un alfiler. Somos polos opuestos. Me atraes. Te atraigo.

viernes, 11 de febrero de 2011

Mentiras, medias verdades.

Me decías que te hacía feliz. Me decías que me querías. Me lo decías todos los días. Pero no se que pasó por tu mente, que un día dejaste de hacerlo.
No confiabas en mi tanto como para decirme qué era lo que te ocurría. Entonces, me mentiste.  Aquel día, sentados en el banco del parque, me mentiste. Dijiste que tenías miedo de perderme. MENTÍAS.


No tuviste agallas suficientes para enfrentarte a mi y decirme que tus sentimientos habían cambiado, que ya no eran los mismos. Decidiste elegir el camino más cómodo para ti, y el peor para mi. Seguiste adelante, engañándote a ti mismo, engañándome a mi. Me hacías creer que me querías, y no era cierto. Seguiste alimentando el cuento de princesas que una vez, cuando si me querías, prometiste que nunca dejarías.


Pensaste en ti mismo, y entonces, se produjo el cambio de las cosas. Cambiaste. Yo no sabia que ese sería el momento en el que nunca volvería a oír un te quiero, en el que nunca volvería a ser tu princesa.


Decidí seguir, pensando que me amabas. Pero no era así. Vivía engañada. Siete meses después, pongo fin a una pesadilla que llevaba cinco soportando. No te lo voy a negar, he sido muy feliz, pero el balance negativo de estos últimos cinco meses, supera con creces al positivo. Ahora sé, que jamás volveré a saber quien fue la persona de la que me enamoré. Ahora sé, que tú sólo querías romper.


Debiste hacerlo hace mucho, antes de septiembre, pero no lo hiciste, y estúpida de mi creí que podrían cambiar las cosas y recuperar lo que perdí.
Te di mil oportunidades. Seguimos. Ni un indicio de querer cambiar. Aunque fuera solo un poco. Nada de nada. Al final has conseguido lo que querías. Se ha terminado.


Lo peor, es que aun tienes el valor de seguir mintiéndome y diciéndome que lo estás pasando mal, y que me has querido, y que lo sigues haciendo. Aún tienes el valor de decirme, que has intentado sacar tiempo para mi, pero que no lo has conseguido encontrar.


En fin, la vida sigue, y ahora que sé que ya no hay más, ahora que sé que no sientes nada, que no me quieres, sólo puedo desearte que seas feliz.

jueves, 10 de febrero de 2011

10*

Hoy debería de ser uno de los mejores días para nosotros. Debería haber recibido un mensaje diciéndome, " ¡Cari, felicidades! Joe, ya son 7, y los que nos quedan, ¿eh? Te Quiero Cantidubi Pequeña :)


En cambio, aquí estoy, tirada sobre la cama, sin para de llorar, y de pensar lo imbécil que soy. ¿Cómo he podido alejarte de mi? ¿Por qué lo he hecho? Mi corazón está inseguro. No quiere sufrir, pero sufre si te pierde, es una continua contradicción.


Pero ya da igual, ya es demasiado tarde. Te he perdido, lo sé. Nunca vas a volver, jamás. Mi sangre quema como el fuego. Arde en mi el deseo de recuperarte, pero es imposible, se que eres inalcanzable para mi. Nunca te tendré más entre mis brazos, nunca más podré besar tus labios. Puedo engañarme a mi misma, pensando que te he olvidado, pero en el fondo, mi corazón llora tu ida.


Dime qué hacer para recuperarte, cómo volver a sentir tu piel contra la mía, dime qué hago para que vuelvas. Dime que aun me quieres, que aun te hago feliz, o dime que me odias, que me quieres perder de vista por siempre, pero dime algo. No dejes que me queme en este silencio. Me está matando, di algo.


Dime que soy lo que más quieres, que estás aquí, para quedarte. Dime que mientras lees esto, te estás dando por aludido, y vas a besarme nada más verme. Dime que estás aquí, abrázame. Aunque sea por última vez, deja que mis oídos sangren, mientras me dices, que no hay nadie más que me ame.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Todo, menos eso.

Puedes pedirme ayuda, consejo, dinero, que te ame, aun sabiendo que ya lo hago. Pero no me pidas que te olvide, porque eres lo primero en lo que pienso cuando me levanto, y lo último cuando me acuesto.


Cada paso que doy, cada movimiento, cada frase, cada recoveco de mi corazón, está unido a ti, ligado a algún recuerdo. Intento que estos recuerdos se conviertan en cenizas, pero sin éxito. Intento pensar que no vales nada, que no vales la pena, que lo que hubo entre tu y yo es pasado, y nunca más será futuro.


Intento olvidar que aún eres lo que me da fuerzas para continuar. Lo que me da fuerzas para seguir, para levantarme tras cada caída, a enfrentarme a mis miedos.


Se que para ti soy indiferente, y que todo te da lo mismo, pero nunca me pidas que te olvide. Vuelve, abrázame, y quédate conmigo.

martes, 8 de febrero de 2011

Indiferencia.

Dime qué es esa indiferencia. Qué significa que te diga que no hay más, y que tu respuesta sea vale. ¿Cómo acabas con algo de tanto tiempo con un vale?


Cada vez que mi mente recuerda estas palabras: " Vale, si es lo que quieres... Yo ya te lo había advertido, y te dije que cada vez sería peor, pero tú quisiste seguir".
Lo dices, y es como si no nunca hubieras sentido nada.


Me siento como un muñeco, un muñeco de esos que los niños compran, usan con ilusión los primeros días y después dejan tirados y sólo sacan de vez en cuando, si se aburren.


Jamás nadie me había hecho tan feliz, y al mismo tiempo tan desgraciada, tan alegre y tan triste, tan dichosa y tan maldita. Has conseguido un cambio radical en mi forma de sentir, mi felicidad y mi alegría, se han reducido a escombros. Sólo son porquería. Han devenido en dolor y sufrimiento.


Tu indiferencia me quema por dentro, como si mi sangre fuera lava, puro fuego. Tengo la necesidad de saber que te pasa por la cabeza, por saber todo aquello que has sentido, cada día de tu vida junto a mi.
Siento que esto sólo ha sido un engaño, un simple modo de acomodarse en la vida de alguien y ser egoísta. Estando tú bien y yo mal.


Quiero que tengas el valor de decirme que ha pasado por tu mente desde que me conoces, en cada momento, y que me expliques el por qué de tanta indiferencia. ¿Acaso nunca me has querido? ¿Acaso me has utilizado? Da igual, déjalo, ahora ya, es indiferente.

Vuelve.

Esto que siento, ¿Qué es?
Siento la rabia de tu indiferencia, cómo todo te da lo mismo, cómo me ignoras, cómo pasas delante de mi sin mirarme a penas.


No he pedido mucho, tan sólo dos palabras o un susurro al oído o un beso en la frente o una mirada o una sonrisa o un abrazo o simplemente, una llamada perdida.


Añoro cada cosa que me recuerda a ti. Mi cama es un nido de perfumes y tu fragancia va allá donde el viento vaya conmigo. Mis pies caminan más pesados, sienten que algo me faltan, me conocen bien y saben el motivo de mis lagrimas.


Mi cara no responde a ningún estímulo, mis oídos han dejado de escuchar, todo huele a ti, mi piel arde en deseos de tocar la tuya de nuevo. Mi boca, sólo puede susurrar tu nombre, para después, rogarte lo imposible, que vuelvas.