sábado, 19 de febrero de 2011

Adiós.

No puedo más, la situación me sobrepasa. ¡No! ¡NO MÁS!


No soy cualquiera, no puedes tratarte como a una marioneta. Soy yo, esa chica regordita que conociste un lluvioso día de abril. Era día uno. Uno de abril.


Nada en este mundo, me hacía más feliz que tú, y por lo que me demostrabas, el sentimiento era recíproco. Tú y yo, eramos felices.


Quizás fui yo, quizás fuiste tú, quizás la falta de tiempo, quizás, quizás, quizás... Siempre un pero, o un ya te lo dije, siempre una excusa. Mis sentimientos, los conoces de sobra, sabes que te quiero, eso no ha cambiado, así lo sigo sintiendo. Pero hay algo que ha cambiado. Solo que no se qué.


Esta será la última vez que lo intente. Ya te lo he dicho muchas veces. No pido mucho, tan sólo amor. Que me digas que me quieres, que lo hagas con hechos, que me lo demuestres. Como todo, las cosas terminan, y mi paciencia, ya ha llegado a su fin.


Me cuesta, me mata por dentro, me está consumiendo, devorando. Como el hollín del humo, después de un fuego intenso. Me destroza. Se que es cosa del tiempo que no ronde tu memoria, seré un vago recuerdo, borroso, difuso, sin relevancia. Patético.


Ya he soportado demasiado. Este es mi adiós final, se que no te importa, pero tengo derecho a ser feliz.Porque ya es hora, y ahora me toca a mi.No volveré a cruzarme en tu camino, adiós.

No hay comentarios:

Publicar un comentario