martes, 22 de marzo de 2011

Mi delirio.

Siete grados a las siete y diecisiete de la mañana. Mi mente comienza a pensar. ¿Qué debo hacer? ¿A qué debo seguir? Voy caminando, a su lado. Me encuentro sumergida en un mar de dudas. ¿Es un simple capricho? ¿Se trata de verdadero amor?

Hace tiempo que me asaltan las dudas. Es tan cambiante. A veces frío, otras atento, más de una, distante. No puedo estar segura de qué siente. Atento, preocupado, pero también desganado, irritante.

Le miro, y veo un millón de cosas, siento más de lo mismo. A veces me provoca escalofríos, otras me dan ganas de gritarle: "Imbécil". Lo tiene todo, al mismo tiempo, que no tiene nada.

Quizás se trata de todo el tiempo que paso junto a él. Horas y horas, los siete días de la semana. Tal vez, pero sólo es una sospecha, esté desarrollando un sentimiento familiar más que carnal. Sólo tal vez, lo quiera como a un hermano.

Pero esto es sólo un supuesto. Cada día le veo de forma diferente, como una caja de sorpresas, no se qué esperar de él. Hago las cosas que me gustan, pero ahora también cuido de gustarle.

Despierto de mis pensamientos, de nuevo el reloj, marca siete grados a las siete y cincuenta y seis de la mañana. Sigo caminando a su lado, y me encanta.

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